¿Notas cambios en el comportamiento de tu hijo? Pueden ser fruto de una evolución normal y sana o significar problemas durante su desarrollo que pueden afectar a su vida adulta. Te explicamos cómo detectar si está bien psicológica y emocionalmente y qué hacer si necesita apoyo.
Índice
¿Cómo identificar señales de bienestar o malestar psicológico en los niños?
Observándolos con atención, estando atentos a sus necesidades, siendo capaces de escucharles (no sólo en sus palabras, sino en sus acciones y silencios) y siendo proactivos.
Hay que seguir de cerca la evolución de los hijos, afrontar los momentos complicados que vayan surgiendo, respetar su espacio sin ser distantes, reaprender de nuevo con cada nueva fase y conflicto y tener una comunicación sana, cariñosa y directa con ellos.
Y no sólo cuando las cosas se compliquen y surjan problemas. Si todo parece ir bien y se ve al niño feliz y tranquilo, siempre habrá aspectos que incentivar, reforzar y afrontar.
Factores que influyen en la estabilidad emocional de los niños
Existen cientos de factores, desde los heredados genéticamente hasta vivencias propias que hayan tenido los niños, desde las más graves objetivamente (como el fallecimiento de alguien cercano, con el periodo de duelo necesario consiguiente) a otras que les pueden haber generado un shock pese a que a nosotros no nos parezcan importantes.
La ausencia de los padres, la falta de cariño o la excesiva inestabilidad externa les afectan seriamente, así como la desconexión con la naturaleza y crecer en un entorno insano por el motivo que sea y en el ámbito que sea (familiar, educativo, vecinal…).
Señales de que un niño está bien psicológicamente
Si me pregunto cómo saber si mi hijo está bien psicológicamente, deberé estar atento a varios factores que inciden de manera decisiva y positiva en su bienestar.
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Expresión emocional adecuada
La expresión correcta y sana de las emociones, sin reprimirlas y siendo capaz de mostrarlas con naturalidad mientras desarrolla la empatía y la atención al entorno son buenas señales de que el desarrollo y la salud mental y emocional del niño van por el buen camino.
Relaciones sociales sanas
Que el niño tenga relaciones sociales sanas, tanto con los pequeños de su edad como con los adultos, es un factor esencial. Vivimos en sociedad, y los pequeños necesitan crecer y desarrollar habilidades sociales para vivir en armonía y ser capaces de colaborar y cooperar con los demás
Capacidad de afrontamiento ante problemas
Ser capaz de afrontar los problemas, sin que se le haga un mundo y confiar en su capacidad para hacerse cargo de ellos y en la importancia de no frustrarse si las cosas no salen como se hubiera querido, graduando correctamente el nivel de autoexigencia, es imprescindible.
Le dotará de más recursos y confianza en su niñez y adolescencia, lo que se reflejará en su vida adulta.
Desarrollo escolar y autonomía
La capacidad de autonomía, de valerse por uno mismo, es fundamental, pues ayuda a desarrollar el gran potencial que todos tenemos y a enfocarlo y canalizarlo en las áreas que más nos gusten, aprendiendo a manejarse en la vida y a disponer de recursos por uno mismo.
La enseñanza escolar no siempre incide en algo tan importante como en el desarrollo de esa capacidad, en la autoconfianza. Y tiene una importancia esencial.
Signos de alerta: ¿Cuándo preocuparse?
Cambios de humor repentinos o irritabilidad extrema
Si los cambios de humor en el niño son demasiado bruscos, sorprendentes y frecuentes, o si tiene demasiada tendencia a sacar su ira o a enfadarse, incluso en ocasiones de manera desproporcionada a lo que sucede.
Aislamiento social o dificultad para hacer amigos
Quizás le cueste relacionarse, por el motivo que sea, con los demás, tienda en exceso al aislamiento o la soledad o le sea difícil hacer amigos y congeniar e interactuar con los otros niños.
Problemas de sueño o alimentación
Otros motivos de preocupación son los problemas de sueño, desde la dificultad para conciliar al insomnio hasta las pesadillas en caso de que sean habituales.
También los de alimentación, que son tan diversos que pueden ir desde una glotonería excesiva a la inapetencia. Ambos repercuten decisivamente en la salud física, mental y emocional del niño, y en su sano desarrollo.
Bajo rendimiento escolar o falta de interés en actividades
Quizás el problema venga por un retraso madurativo, falta de interés en las actividades o flojo desempeño escolar, algo que en parte está en el niño… pero dándole la vuelta al calcetín también podría estar en la escasa incentivación promovida por parte de la enseñanza o en el poco espacio que se le da al pequeño para realizar actividades que sí le motiven. Así que quizás haya que darle una vuelta a todo eso.
Miedos excesivos o ansiedad
También puede desarrollar una manía, fobia o miedo excesivo a cualquier cosa, por extraña que nos parezca, lo que le genera ansiedad. Tampoco hay que dejarlo pasar y es recomendable abordarlo, y si es necesario con la ayuda de un psicólogo o cualquier otra clase de terapeuta emocional que consideremos que puede hacerle bien.
Cómo evaluar el bienestar psicológico de tu hijo
Preguntas clave para entender su estado emocional
A la hora de entender el estado emocional del niño de una mejor manera hay una serie de preguntas clave que se les puede hacer, siempre guardando el equilibrio entre la sinceridad y el tacto. Se puede ser directo sin ser hiriente.
A veces, las preguntas adecuadas son las más sencillas: “¿Qué te sucede? ¿Te encuentras bien? ¿Tienes algún problema o preocupación que me quieras contar? Todo ello siempre en un entorno tranquilo y de confianza, en el que no se presione al niño y este se encuentre cómodo para comunicarse.
Observación del comportamiento en casa y en la escuela
Como dijimos, la observación con atención de los hábitos, actitudes, estados emocionales y palabras de los niños es vital para comprenderles mejor y poder ayudarles. También observar en la medida de lo posible e informarse sobre cómo se manejan y expresan en la escuela, con la comunicación necesaria con otros padres y profesores.
Importancia de la comunicación abierta con tu hijo
La comunicación es vital. En sociedad, con los amigos, la familia y la pareja. Ni qué decir tiene con un hijo. No buscando sobrecomunicarse ni agobiar al niño, pero sí que encontrando espacios en los que el menor se encuentre a gusto y se pueda hablar con tranquilidad.
No sólo de qué le preocupa y cómo se siente, sino sobre sus aspiraciones, ilusiones, sueños y metas. La comunicación debe ser respetuosa y con tacto pero sincera. Y por ambas partes, pues los niños también apreciarán que tú seas transparente con ellos y eso les ayudará más a confiar y a abrirse.
Estrategias para fomentar la salud mental en los niños
Crear un ambiente de confianza y seguridad
Crear un ambiente de plena confianza, en el que el niño se sienta seguro para crecer, desarrollarse, comunicarse y relacionarse es estupendo.
Los menores deben sentirse por un lado protegidos y queridos, pero también deben notar que se les da margen para ser y desarrollarse. Y eso también les otorgará seguridad y confianza propia en el futuro.
Promover la inteligencia emocional y la autoestima
Por desgracia, el desarrollo de la inteligencia emocional y de una sana capacidad de autoestima son dos de los aspectos fundamentales en los que a menudo no se incide en la escuela tradicional, así que desarrollar dinámicas que les ayuden a aprender, comprender y aceptar sus emociones y generar un sano concepto de ellos mismos es una tarea primordial para padres y educadores.
Actividades y juegos que favorecen el bienestar emocional
Los niños tienen que pasarlo bien, incentivarse, aprender, compartir y motivarse jugando.
Desarrollar el sentido lúdico de los pequeños, haciendo que realicen actividades que les ilusionen y en las que se lo pasen bien reforzará su aprendizaje y crecimiento y ayudará a generar una actitud más positiva ante la vida y los problemas. Los deportes para niños son maravillosos en ese sentido.
El papel de la familia en la estabilidad psicológica infantil
La familia tiene un papel básico como educadora y como soporte emocional de los niños en su crecimiento hacia preadolescentes, adolescentes y por último hacia adultos.
Poner todo ese peso en los profesores y educadores no es justo ni equilibrado. Los más jóvenes también necesitan a sus familiares más cercanos como profesores y educadores. Y lo serán mejor si generan un entorno sano y en lo que se pueda estable para el niño.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si pese a todo ello notamos que se necesita algo más y que no conseguimos tener los recursos para ayudar completamente a nuestro hijo ante cualquier crisis o etapa complicada que tenga, y sentimos que puede necesitar el refuerzo de ayuda profesional, no debemos dudar en hacerlo. O si el menor tiene comportamientos, actitudes o hábitos que generen una preocupación seria.
Eso sí, informándonos bien de a qué profesionales acudir y en qué medida pueden ayudar al niño a solventar y superar lo que le suceda, y acompañándole siempre en ese proceso para escucharle y asistirle en lo que haga falta.
En ese papel pueden ayudar, como facilitadores, los seguros de salud, algunos de los cuales cuentan con coberturas que pueden resultar de mucha utilidad, como la atención psicológica.
Preguntas frecuentes
¿Cómo saber si mi hijo necesita ayuda psicológica?
Observándole bien, escuchándole y evaluando si su estado psicológico y emocional requiere de la asistencia de profesionales que complementen la necesaria labor de los padres y de otros educadores para ayudar al niño.
¿Es normal que los niños tengan cambios de humor?
Es normal, como puede pasarnos a los adultos. Y en ellos con mayor razón, pues están aprendiendo a comprender y equilibrar sus emociones y a interpretar todo lo que sucede interna y externamente. Pero si estos son demasiado extremos, aparentemente sin motivo y constantes está claro que hay que abordar cuál es el estado mental y emocional del menor y ayudarle en lo que sea preciso.
¿Cómo puedo mejorar la salud emocional de mi hijo en casa?
Compartiendo con él, dándole margen para desarrollar su creatividad, escuchándole, dándole cariño pero también margen para que crezca y sepa desenvolverse cada vez mejor por sí mismo, jugando e interactuando con él y tratando de generar a su alrededor un espacio seguro, tranquilo y agradable.