Tanto en España como en el resto de Europa, los jóvenes que quieren independizarse se enfrentan a un dilema: «¿compro o alquilo?». Se trata de una decisión cargada de emociones que exige analizar las ventajas y desventajas, así como enfrentarse al frío cálculo de la economía y la normativa local, factores que suelen ser determinantes.
¿Comprar o alquilar? En general, los jóvenes de Europa y el resto del mundo que quieren empezar una vida lejos del hogar familiar expresan un fuerte deseo de tener una vivienda en propiedad, pero no siempre pueden hacerlo.
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¿Debería? ¿Puedo?
Esto no significa que no les interese la idea. Tener una casa en propiedad ofrece muchas ventajas. Por ejemplo, proporciona cierto estatus y da imagen de solvencia ante familiares y amigos (y aquellos que te hacían la vida imposible en el insti y ahora ven que, después de todo, no te ha ido tan mal…) y protege al comprador frente a posibles subidas del precio de alquiler de la vivienda. También puede ser positivo desde el punto de vista económico, ya que una vivienda puede convertirse en un activo con el tiempo, especialmente cuando suben los precios de los inmuebles. La presión del entorno también cuenta: los inquilinos rodeados de propietarios tienden a dejarse arrastrar por el deseo de demostrar que «ellos no van a ser menos». Incluso quienes ven la compra como una cadena perpetua reconocen que ofrece cierta libertad, por ejemplo, a la hora de hacer reformas, cambiar el cuarto de baño, cerrar la terraza (si la normativa lo permite, claro) o convertir la antigua habitación del niño en un despacho para trabajar. Quizá lo más importante sea que tener una vivienda en propiedad suele ir asociado a una mayor satisfacción personal y, por lo tanto, a mayor bienestar mental.
El peso (?) de la cultura
«Por último, existe un fuerte sesgo cultural: una investigación del Deutsche Bundesbank (el banco central de Alemania) reveló que los jóvenes que habían crecido en una familia con vivienda en propiedad tendían a apreciar también las ventajas de comprar su propia vivienda. Los investigadores estudiaron el comportamiento de los inmigrantes de segunda generación de Estados Unidos con respecto a la compra de una vivienda para extrapolarlo al resto del mundo y, de esta forma, obtener información sobre la visión que tienen los jóvenes de diversas nacionalidades con respecto a la propiedad de la vivienda. El estudio, que analizó datos del periodo 1994-2017, reveló una fuerte preferencia por la vivienda en propiedad entre aquellos cuyos padres eran propietarios de la casa familiar.
Esta preferencia cultural «heredada» se observa también en un estudio sobre las familias estadounidenses realizado por el Urban Institute. Tras analizar el periodo 2010-2021, el estudio descubrió que alrededor del 21 % de los jóvenes que crecieron en una casa familiar en propiedad empezaron siendo propietarios de su propia vivienda. Esta cifra se reduce a tan solo el 10 % en el caso de los jóvenes (definidos por los investigadores como «menores de 35 años») que crecieron en hogares alquilados. Según el estudio, los datos han permanecido prácticamente invariables desde 1990. «
Y los sueños, sueños son
«Después de ver todas las supuestas ventajas de poseer una vivienda, ¿quién no querría hacer realidad ese sueño?
Pues un montón de gente. Muchos jóvenes, ante la disyuntiva de «comprar o alquilar» acaban optando por el alquiler. Para empezar, por razones económicas: el precio de la vivienda, el porcentaje de entrada y el coste de las hipotecas son sencillamente demasiado elevados para muchos de ellos. Además, ser propietario de una casa no es todo alegría, libertad y fotos para Instagram. Aparte de la preocupación que genera en algunos la idea de pagar una hipoteca a 30 años (especialmente en el caso de jóvenes que tienen que hacer frente a otras deudas), hay más argumentos en contra de la decisión de comprar, entre ellos: el «estrés del mantenimiento» (la preocupación por tener que pagar las reparaciones y obras de mantenimiento), la percepción de que comprar no es la oportunidad de inversión que parecía y el gasto que supone dedicar todo ese dinero a la compra de una vivienda («adiós» a ese crucero por el Mediterráneo). Además, muchos partidarios del alquiler comparten la idea de que es este (y no la compra) el que ofrece mayor libertad y flexibilidad. «
En España, hay otro factor que desempeña un papel importante en el debate entre compra y alquiler. En este país —donde, según las cifras de Statista, el porcentaje de viviendas en propiedad se sitúa por encima de la media de la UE (73,7 %)—, el alquiler es cada vez más caro, en parte como consecuencia del aumento de los alquileres turísticos de corta duración, que ha expulsado a mucha gente del mercado, especialmente en grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Según un informe del Banco de España, alrededor del 40 % de las familias que viven de alquiler gastan más del 40 % de sus ingresos en vivienda, un porcentaje que supone una pesada carga para la economía de muchas de esas familias. Y no es que los ingresos no aumenten. Según la BBC, en España los salarios han crecido alrededor de un 20 % en la última década, pero el alquiler medio se ha duplicado en el mismo periodo. Como consecuencia, ante la duda entre alquilar o comprar, muchos jóvenes españoles se están decantando por la compra, ya que aquellos que pueden permitírselo consideran que, a largo plazo, tener la vivienda en propiedad ofrece más seguridad en términos de costes.
Entonces, ¿qué dicen las cifras? El deseo de los jóvenes de poseer una vivienda es bastante fuerte a pesar de vivir una coyuntura económica a menudo desfavorable. Según los datos de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound), en 2023, alrededor del 16 % de los jóvenes de de la UE-27 declararon que tenían previsto comprar una vivienda en el plazo de un año y casi el 30 % dijeron que tenían previsto comprar en los próximos tres años. Por su parte, el 30 % de los jóvenes europeos declararon que «les gustaría» convertirse en propietarios de una vivienda en los 12 meses siguientes, cifra que ascendió al 27 % para los que expresaron ese mismo deseo, pero en un periodo de tres años.
La sombra del poder
«Sin embargo, aunque el interés está ahí, el sueño de comprar una casa choca en muchos casos con políticas nacionales que no ayudan a los jóvenes. O, mejor dicho, sí están ayudando, pero no precisamente a comprar, sino a alquilar. ¿Un ejemplo? El Mietpreisbremse de Alemania. La medida, que literalmente significa «freno al precio del alquiler», estaba destinada a proteger a los inquilinos (y, seguramente, a los jóvenes deseosos de independizarse) y en un principio finalizaba a finales de este año, pero recientemente se prorrogó hasta finales de 2029.
El caso alemán es especialmente emblemático por el peso de su economía dentro de la zona euro y por el hecho de que el país muestra uno de los contrastes más fuertes entre aspiración y realidad. Como era de esperar, Alemania presenta uno de los porcentajes de vivienda en propiedad más bajos de Europa: según datos de 2024 publicados por Statista, solo el 47,2 % de los alemanes vive en una vivienda en propiedad, frente al 64,5 % de media en la zona euro en 2023 y a países como Hungría y Albania, con índices de viviendas en propiedad muy superiores al 90 %. Los datos no se limitan a los jóvenes, pero la tendencia es clara. «
¿Y si nos hacemos los suecos?
Pero no es solo una cuestión de políticas. En Suecia, donde el porcentaje de viviendas en propiedad está más en consonancia con la media de la zona euro (el 64,8 %), la alta calidad de los inmuebles de alquiler reduce el impulso de compra. Y aunque no existe un control formal sobre los alquileres, la fortaleza de los sindicatos de arrendatarios y la disponibilidad de subsidios para el alquiler de viviendas también favorecen el arrendamiento frente a la compra.
Y volvemos al principio…
Así que, volvamos adonde empezábamos: ¿comprar o no comprar? ¿Nadar o guardar la ropa (ya que, como hemos visto, es muy difícil nadar y guardar la ropa)? La respuesta, tal como hemos dicho, varía de un país a otro y depende de muchos factores: culturales, sicológicos, sociales, normativos y, por supuesto, económicos. Para los jóvenes que quieren empezar a construir sus sueños no siempre es posible elegir entre varias opciones; se trata de adaptarse a las condiciones locales… y sacarles partido.
