Si estás planeando una compra importante o intentando gestionar gastos inesperados, puedes contemplar el uso del crédito para lograr tus objetivos. Antes de tomar la decisión de hacerlo, es importante que comprendas bien lo que implica el crédito, incluidas las ventajas y los inconvenientes de este método de gestión de tus finanzas.
En este artículo, describiremos los diferentes tipos de crédito y sus características principales, así como la importancia de establecer una buena calificación crediticia. También te explicaremos cómo puedes comprobar tu calificación crediticia y te daremos consejos prácticos para mejorarla.
El crédito es un acuerdo entre un prestamista y un prestatario, en el que el prestatario recibe una suma de dinero u otra cosa de valor y se compromete a reembolsar al prestamista más adelante. Este acuerdo suele contener ciertas condiciones de reembolso, incluidos los intereses que el prestatario deberá pagar además de la suma original prestada.
Existen dos tipos principales de crédito. Veamos cómo funciona cada uno, sus ventajas e inconvenientes, y qué tipo de crédito se adapta mejor a las distintas circunstancias.
El crédito rotativo te da acceso a una línea de crédito continua. También se conoce como crédito de duración indefinida. El crédito rotativo implica un límite de crédito establecido, y puedes seguir pidiendo prestado mientras se mantenga dentro de este límite. Si utilizas un crédito rotativo, devolverás lo que has tomado prestado a plazos, pero normalmente no hay un calendario fijo de devolución.
Tanto las tarjetas de crédito como las tarjetas de las tiendas son ejemplos de crédito rotativo.
El crédito a plazos es un tipo de crédito de duración determinada, que consiste en pedir prestada una cantidad fija de dinero durante un periodo de tiempo determinado. El crédito a plazos ofrece una suma global al inicio del préstamo, que se amortiza en cuotas mensuales.
Tanto las hipotecas como los préstamos estudiantiles son ejemplos de crédito a plazos.
El crédito puede ayudarte a alcanzar tus objetivos financieros tanto a corto como a largo plazo, desde la gestión de tu liquidez hasta la compra de una vivienda. Obtén más información sobre cómo fijar objetivos financieros en este artículo.
Una calificación crediticia representa la solvencia financiera. Se suele aplicar a la situación económica de un país o una empresa, aunque algunas operaciones como la solicitud de una hipoteca pueden tener en cuenta la situación crediticia de una persona.
Las calificaciones crediticias son utilizadas por los prestamistas, como los bancos y las compañías de tarjetas de crédito para evaluar la probabilidad de recibir el dinero que se toma prestado. Esta figura es muy popular en Estados Unidos.
Para calcular la calificación crediticia se utilizan cuatro factores principales:
Tu historial de pagos revela si tiendes a pagar tus préstamos. O, por el contrario, presentas deudas. La morosidad suele ser una mala compañera del acceso al crédito.
Además de la ausencia de deudas, las entidades financieras analizarán tu capacidad de ahorro. Esto equivale al dinero que eres capaz de ahorrar a través de los ingresos recurrentes del trabajo.
También podrían preguntarte por otras hipotecas o créditos personas que estés pagando en el momento de solicitar uno nuevo.
El primer paso para mejorar su calificación crediticia es liquidar todas las posibles deudas que presentes. Además, conviene informar a las distintas entidades del pago de la deuda, con el objetivo de ser eliminado de alguna de las listas de morosidad.
Cada vez que solicitas un nuevo crédito, esto tiene un impacto crediticio. El Banco de España es informado de los créditos que solicitan las personas físicas.
Construir un historial crediticio favorable requiere tiempo y disciplina, pero es beneficioso a largo plazo, ya que te permite acceder a mejores condiciones de préstamo, tipos de interés más bajos y una mayor flexibilidad financiera. Tomando decisiones bien documentadas sobre los préstamos y manteniéndote al día con los pagos.
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