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De la hucha a las redes sociales: los jóvenes europeos juegan a ahorrar. Pequeños objetivos, retos digitales y comunidades de Internet les están ayudando a conseguir independencia económica en un mundo en el que la mayoría de ellos tiene problemas para llegar a fin de mes. En España, estas herramientas de ahorro digitales están ganando popularidad.

Hace unas décadas, los jóvenes utilizaban una pequeña hucha de barro. Los abuelos sacaban a escondidas unas «pesetas» del bolsillo y los nietos corrían a deslizarlas, una a una, por la estrecha ranura para ahorrar. Con ese dinero podían comprar ese juguete que tanto deseaban o simplemente guardar una pequeña cantidad para el futuro. La digitalización lo ha cambiado todo; aquellos fragmentos de la hucha rota esparcidos por el suelo son un recuerdo lejano. Ahora existen nuevas formas de ahorrar y están, sobre todo, en Internet.

Del juego a la disciplina

Los llamados «retos de ahorro» (un mes sin ir de compras, 52 semanas de ahorro progresivo, microobjetivos diarios…) están ganando adeptos entre la juventud. De acuerdo con el Informe Europeo de Pagos de Consumidores 2023, el 45 % de los jóvenes europeos utiliza aplicaciones, comunidades o fórmulas de ahorro colectivo. Solo en Italia y España, estas prácticas han crecido un 30 % en los dos últimos años. Pero ¿cómo funcionan?

En la práctica, estos retos convierten el ahorro en un juego estructurado. Hay reglas claras: fijar una cantidad de dinero como objetivo, dividirla en pequeñas aportaciones semanales o diarias y hacer un seguimiento de los progresos. La novedad es la dimensión social: muchos jóvenes comparten los resultados en las redes sociales o en determinadas comunidades, se animan entre sí y se comparan con otros que persiguen los mismos objetivos.

Algunos de los retos más populares son:

  • 52 semanas de ahorro progresivo: la primera semana se aporta una pequeña cantidad, la segunda un poco más y así sucesivamente. Al final del año, el resultado es una suma importante conseguida a base de pequeñas aportaciones consecutivas.
  • Un mes sin gastos: un mes sin compras innecesarias, lo que ayuda al ahorrador a tomar conciencia de su propio consumo y a identificar prioridades.
  • Objetivos compartidos: grupos de amigos o comunidades de Internet fijan juntos un objetivo financiero, por ejemplo, recaudar dinero para un viaje o una compra importante.

Estas prácticas no son solo meros ejercicios de ahorro: se convierten en auténticos rituales de motivación que hacen del ahorro una experiencia estimulante.

El ahorro de los jóvenes en España

En España, el contexto económico y los hábitos financieros de la juventud hacen que las herramientas de ahorro digitales sean especialmente importantes. Un estudio de 2024 revela que el 85 % de la población joven española afirma ahorrar regularmente y poseer un caudal medio acumulado de más de 15.000 euros. Sin embargo, estas cifras ocultan una realidad menos halagüeña: casi el 40 % de los jóvenes independizados ahorra menos de 100 euros al mes, mientras que solo el 15 % se declara satisfecho con sus ahorros mensuales.

Una de las iniciativas más populares es el «Reto de los sobres», una fórmula de ahorro que se ha hecho viral en las redes sociales españolas. La idea es sencilla: consiste en preparar 100 sobres numerados, cada uno destinado a introducir una cantidad que se va incrementando gradualmente (por ejemplo, de 1 a 100 euros). Cada vez que se selecciona un sobre al azar, el participante tiene que guardar en él la suma indicada. Al final del reto, aproximadamente tres meses, la cifra ahorrada podría ascender a unos 5050 euros.

Este enfoque, que combina diversión, disciplina y objetivos tangibles, muestra cómo las pequeñas acciones pueden convertirse en hábitos financieros que se mantienen en el tiempo.»

La gamificación del ahorro

El secreto del éxito de los retos de ahorro reside en la gamificación: aplicar los elementos típicos de los videojuegos —retos, recompensas, niveles y resultados inmediatos— a una actividad cotidiana como es el ahorro. Este cambio hace que el ahorro, no solo sea más atractivo, sino también más efectivo.

De acuerdo con el Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (GNUDS), la gamificación es una estrategia poderosa para promover la educación económica y financiera. En concreto, aprender jugando ayuda a comprender mejor la dinámica de la economía, desarrollar habilidades prácticas y tomar decisiones con mayor conocimiento de causa. Los retos de ahorro, con sus reglas claras y objetivos mensurables, ofrecen el contexto ideal para aplicar estos principios. Además, la dimensión social de los retos (a menudo compartidos en plataformas tales como TikTok o Instagram) crea un sentimiento de comunidad y pertenencia. Esto no solo aumenta la motivación, sino que también favorece el apoyo mutuo. Pero hay que tener cuidado: es importante no revelar información privada como, por ejemplo, datos de cuentas o datos personales, y desconfiar de chollos que prometen dinero fácil o son «demasiado buenos para ser verdad». El ahorro colectivo puede ser divertido y gratificante, pero la concienciación y la cautela son esenciales para evitar estafas o intentos de phishing.

Pero ¿qué necesidad hay de ahorrar?

El éxito de los retos de ahorro es más fácil de comprender si se estudia el panorama económico y social en el que conviven los jóvenes europeos. No se trata solo de un deseo de disciplinarse o de seguir nuevas tendencias digitales; se trata de una necesidad concreta: crear márgenes de seguridad en un contexto de precariedad y vulnerabilidad económica.

Según el Informe Europeo de Pagos de Consumidores 2024, casi uno de cada tres milenials afirma no poder pagar sus facturas a tiempo. La diferencia generacional es notable: entre los boomers, el porcentaje desciende al 16 %. Esta división refleja no solo hábitos diferentes, sino también una situación estructural de salarios estancados, contratos más inestables y un constante aumento del coste de vida. No es casualidad que el informe destaque también cómo los jóvenes recurren con más frecuencia al crédito rápido o al pago aplazado para cubrir gastos ordinarios, con el riesgo de caer en una espiral de endeudamiento difícil de gestionar.

Un panorama similar se desprende de la encuesta Living and Working in the EU, 2024 (Vivir y trabajar en la UE), según la cual alrededor del 30 % de los ciudadanos europeos afirma tener dificultades para llegar a fin de mes. La subida de los precios de la energía y los productos básicos ha mermado la capacidad de ahorro de muchas familias, lo que hace más difícil reservar fondos para imprevistos, incluso de pequeña cuantía. En otras palabras, tres de cada diez personas en la UE deben hacer sacrificios o recortes de forma habitual solo para cubrir sus gastos diarios.

Estos datos enlazan con los de la publicación Key figures on Europe – 2024 edition (Cifras Clave sobre Europa) de Eurostat, donde se explica que casi un tercio de la población europea (el 31,5 %) es incapaz de hacer frente a un gasto imprevisto sin recurrir a préstamos, ayudas familiares u otras medidas extraordinarias. Esto significa que hechos aparentemente normales (una avería en el coche, una reparación particularmente cara, una visita al dentista…) pueden desbaratar el presupuesto de millones de personas.

Estas cifras demuestran claramente por qué el ahorro ya no es solo una cuestión de actitud individual, sino un verdadero instrumento de resiliencia económica y social. Ahorrar, aunque solo sea unas decenas de euros al mes, significa disponer de un colchón de protección, reducir la ansiedad ante los imprevistos y afianzar la autonomía personal. Los retos de ahorro responden precisamente a esta necesidad: hacen que resulte más fácil empezar a guardar una parte del dinero, proponen objetivos concretos y accesibles y, gracias a su dimensión comunitaria, convierten el ahorro en un ejercicio colectivo que ayuda a hacer frente a los miedos actuales y, en definitiva, a los problemas económicos de los jóvenes.

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